4 mar 2010

De ruidosa risa y labios profundos, te comportas como un adolescente de traje y oficina. Con palabras incompatibles juegas a volver el tiempo atrás, girando el reloj de arena sin que nadie lo sospeche. Tu cronología se reta a duelo con tus emociones, una constante lucha para predominar en tus frágiles capacidades de discernimiento. Ella: la reina de tus piezas blancas. No le alcanzan los peones para resguardarse de tus irrisorias ganas de alcanzarla. Entre cafés fríos y sabanas, te mostrás frágil. No tengas miedo, ella también, frágil y lúdica.